El ex mandatario uruguayo José “Pepe” Mujica falleció hoy a los 89 años. Ícono de la izquierda latinoamericana, su gestión se destacó por la austeridad personal, políticas progresistas y una visión integradora de Estado, incluyendo avances en infraestructura tecnológica y democratización del acceso a las telecomunicaciones.
José Mujica, ex presidente de Uruguay, murió hoy martes 13 de mayo a los 89 años, tras una vida marcada por la militancia, la presidencia austera y un compromiso inquebrantable con la justicia social. Su partida es noticia en Uruguay, pero también en el mundo, por la reflexión a la que invitaba con sus palabras. En la política latinoamericana, será siempre recordado como una de las figuras más auténticas y queridas del progresismo regional.
Mujica gobernó Uruguay entre 2010 y 2015, período en el que impulsó una serie de reformas que colocaron al país en el centro de la atención internacional por su enfoque humanista y social. En materia de telecomunicaciones, su gobierno promovió políticas orientadas a la inclusión digital, con la expansión de la infraestructura de fibra óptica y el fortalecimiento de la estatal ANTEL, que lideró el acceso a internet de banda ancha en todo el territorio.
Además, continuó con el Plan Ceibal —una iniciativa iniciada en el gobierno anterior— asegurando una laptop por niño en el sistema educativo público y fomentando la conectividad en escuelas rurales, con el objetivo de reducir la brecha digital desde la infancia. Estas políticas sentaron las bases para un modelo de desarrollo tecnológico con fuerte impronta social, que hoy sigue siendo referencia en la región.
Internacionalmente, Mujica trascendió como un líder atípico: austero, filosófico, profundamente ético. Renunció al 90% de su salario como presidente y vivió en su chacra en las afueras de Montevideo durante todo su mandato. Su discurso ante la ONU en 2013, donde cuestionó el consumismo y defendió una visión más solidaria del mundo, fue replicado y celebrado globalmente.
A su modo, también tejió vínculos estratégicos con gobiernos progresistas de América Latina, defendiendo la soberanía regional y el fortalecimiento de los organismos de integración como UNASUR y MERCOSUR.