Por: Adrián Garelik, CEO de Flixxo
Desde hace unos meses miramos de lejos una protesta en el corazón de la madre nodriza del cine occidental: Hollywood. Comenzó con guionistas, le siguieron actores y actrices, y ahora se sumaron los artistas de efectos visuales. Reclaman un acceso más justo a las regalías por reproducción, advierten sobre el uso de la inteligencia artificial, y plantean reclamos particulares de cada sector. Suena todo enorme. En efecto, los es.
Pero ¿qué nos hace pensar dentro del contexto argentino? ¿Qué pasa en nuestro mercado? ¿Qué estrategias podemos pensar para anticiparnos a conflictos en un mercado sin mucho respaldo financiero? Veamos.
Dentro del valor de cada entrada de cine hay un pequeño porcentaje que va directamente a el, la, las o los autores del guión de la película en cuestión. En esta afirmación hay una trampa: la palabra directamente. En el camino entre un espectador que paga su ticket y un autor que recibe regalías por la exhibición de su obra, hay muchas manos.
Existe un circuito más o menos así: el cine recibe el dinero de la venta, hace el cálculo matemático y líquida el porcentaje correspondiente a la Asociación Argentina de Autores (Argentores), entidad que agrupa a lxs autores de cine, teatro, televisión, radio y “nuevas tecnologías” y que, tras retener un porcentaje, entrega el dinero al guionista (último eslabón de la cadena). Estas recaudaciones también pueden ser en nombre de sus asociados por reproducciones en TV abierta, festivales, canales de cable, “circuitos cerrados de TV, bares, hoteles y clínicas” y plataformas de streaming.
Para ilustrar con un ejemplo local real, un autor cuya película se estrenó con bombos y platillos en más de 170 salas de cine y fue un original de una conocida plataforma de streaming, ha recibido en agosto 2023 una liquidación que incluye entradas vendidas en mayo 2022. Estos pesos se cobran tardíamente y sin ajuste por inflación con un modelo que no proporciona información sobre cuál es el origen en la demora del pago. De las reproducciones en streaming, no recibe nada. Esta plataforma aún no tiene convenio con Argentores.
Las plataformas – al menos las de suscripción – son muy celosas con los datos sobre las visualizaciones, que no comparten con absolutamente nadie. Y, menos, reparten regalías con autores, actores o productores. Existe, sí, una recaudación de Argentores con el nombre genérico de video on demand, en caso de que la plataforma tenga convenio, que es un pago de regalías por el tiempo de exhibición del contenido pero no por sus reproducciones.
Los autores cobran a ciegas, en ciertos contextos, sin posibilidad de auditoría, y en tiempos laxos, en un país con una inflación de tres dígitos.
Hollywood de ayer y hoy
Hoy, guionistas y actores de Estados Unidos, realizan una huelga en conjunto tal como lo habían hecho en 1960 tras la masiva irrupción de la tevé en los hogares norteamericanos. En aquel entonces reclamaban cobrar derechos residuales por la exhibición de sus viejos trabajos en este nuevo medio, que había penetrado el 90 por ciento de los hogares en tan sólo una década. Hoy, sesenta años más tarde, el reclamo se reaviva pero frente a las plataformas de streaming: piden cobrar según el éxito de los contenidos o, al menos, por las sucesivas renovaciones de licencia de las plataformas.
Blockchain: la cadena que elimina eslabones
Las nuevas tecnologías requieren de nuevas propuestas tecnológicas que sirvan de soluciones para estos reclamos y blockchain, la tecnología que da motor a Bitcoin y demás criptomonedas, resuena como la principal herramienta que ayudaría a la industria a alcanzar nuevos niveles de transparencia y eficiencia a la hora de distribuir dividendos. Entiéndase Blockchain como tecnología, no hablamos de criptoactivos ni de especulación financiera, hablamos de una herramienta que brinda transparencia, rapidez y efectividad. Pero una herramienta tan revolucionaria que pone en jaque, además, a todos los intermediarios en la cadena que pasan a ser jugadores irrelevantes.
Imaginemos un escenario futurista utópico – el cine nos llena de mundos futuristas distópicos – en el que, al momento de pagar una entrada de cine, o tras una reproducción en una plataforma, un contrato inteligente – código de computadora, para decirlo fácil – gestiona toda la cadena de pagos y graba la información en una blockchain, de manera inmediata, auditable y evitando todo tipo de fraude, eliminando la necesidad de intermediarios, como asociaciones, gremios o sindicatos. Siempre que se descentraliza un proceso, alguien pierde poder.
Hoy ese modelo ya está en funcionamiento en plataformas como Flixxo que desarrollamos desde Argentina, en la que gestionamos todos los pagos entre consumidores y creadores a través de la Blockchain de Ethereum de manera inmediata y transparente. Los creadores, incluso, pueden elegir repartir ganancias con el resto del equipo sin complejos costos operativos y administrativos, ni necesidad de agrupar los pagos en liquidaciones trimestrales, esta cadena de pagos se puede gestionar luego de cada reproducción.
Propuestas así llevan a que se generen nuevas comunidades cooperativas en las que toda la información que celosamente guardan las plataformas se distribuya entre la industria dando más herramientas a los creadores para crear nuevos y mejores contenidos.
Queremos un cambio en un sistema obsoleto, pero este cambio provocará, indefectiblemente, más cambios. En cadena. Una queja, una huelga, no es el chispazo que inicia una revolución. En cambio, una propuesta, un cambio estructural si.
Protesta con solución. Abramos el juego al diálogo, seamos curiosos y no prejuiciosos con las nuevas tecnologías. Del cine a la TV, de la TV al streaming, abriendo las puertas a las tecnologías que se vienen. Imaginemos lo que pasará con la irrupción de la inteligencia artificial y del metaverso, cuando el poder, la información y el dinero siguen en las mismas manos. ¿Estamos dispuestos a explorar opciones más efectivas, aun sabiendo que arriesgamos a que se modifique el statu quo? ¿O preferimos repetir acciones de 60 años atrás sin innovar?