Desde el 25 de julio hasta el 27 de octubre, DirecTV desarrolló un concurso en busca de un talento de la región (Argentina, Chile, Colombia, Ecuador, Perú y Uruguay) que reuniera los atributos necesarios para ser parte del staff de periodistas de DSports. El ganador del ciclo formaría parte del equipo de la señal deportiva que realizará la cobertura de Catar 2022. Miguel Hernández se llevó el premio y, antes de viajar a Arabia Saudita, charló con revista Broadcaster sobre el proceso del concurso, el periodismo deportivo y las pasiones de la infancia.
Miguel estaba almorzando con su familia y vio el anuncio del concurso “Direct a Catar”. Fue un momento en el que hizo un viaje directo desde sus 6 años, cuando relataba partidos sobre la alfombra de su cuarto habiendo colocado cuidadosamente 11 playmobil y 11 pynipon del otro lado, a la posibilidad de ser uno de los periodistas que viajaran a cubrir el Mundial de Fútbol, unos cuántos años después de ese juego con muñequitos.
Hernández terminó la carrera de Economía a los 23 años. A los 32, egresó del Círculo de Periodistas Deportivos de Buenos Aires y ya estaba seguro de que eso, el periodismo deportivo, era lo suyo. De hecho, después de estudiar economía, hizo de todo para andar el camino que ama: Cubrió vestuario, relató, fue comentarista. Todo esto en el marco de medios escritos, radios, un canal de YouTube, y también para el mismo lugar donde trabaja, la cervecería Quilmes, transmitiendo olimpíadas deportivas. “Empecé a hacer la campaña del equipo de Quilmes, después la campaña de Racing, donde fui relator partidario 6 años en una transmisión que seguía la campaña de la Academia, como se la conoce”, explica, y al hacer esa acotación no queda opción en la adivinanza: es periodista deportivo.
“De chiquito jugaba Holanda Marruecos y yo, dos horas antes, hacía mi partido: Me imaginaba lo que podía llegar a pasar y ponía 11 playmobils contra 11 pynipon de mis hermanas. Entonces, cuando vi el anuncio de DirectTV, vi mi pasión y una posibilidad. También el destino hace que te lo muestre, y vos tenés que estar atento para animarte”, dice.
En su infancia ya lo tenía a Víctor Hugo Morales como referente del relato y escuchaba transmisiones de fútbol con el abuelo y el padre. Pero el abuelo, con quien pateó la primera pelota, parece ocupar un lugar muy importante en la historia de su pasión. “Yo era chico y mi abuelo me traía, todos los lunes, la revista El Gráfico. Él llegaba de comprarla en la estación de tren de Quilmes y yo me la devoraba; el martes ya estaba esperando que fuera la semana siguiente”.
Quizá esa historia fue uno de los puntapiés para que, en pandemia, le hiciera a uno de los sus hijos un cuadro con páginas de esa revista. Ese cuadro fue la escenografía que Miguel eligió como fondo para hacer el relato con el que se presentó al concurso.
¿Cómo era eso de leer deportes sin internet en tu infancia?
En ese momento me llamaba mucho la atención lo gráfico, y me daba curiosidad seguir buscando. Me devoraba la revista. Creo que eso de que hubiera menos medios fue útil, porque se analizaba, estaban los puntajes, la cantidad de gente que iba a cada partido, la recaudación y algunas frases que hoy no existen. Ahora, al estar todo más al alcance, uno dice para qué le voy a prestar atención a algo tan largo, o a un historial, si me fijo rápido en el mi celu y ahí está el resultado. Hoy en día es palo y a la bolsa. A mi me ayudó a pensar, a investigar.
¿El periodismo deportivo actual es rico?
Hay menos tiempo para hacer preguntas y, por ende, si investigás, no tenés posibilidades, en un minuto, de hacer una buena nota. El contexto condiciona. Pero se puede hacer buen periodismo si le encontrás la vuelta.
¿Qué más podés preguntarle a un jugador que ganó, que si está contento?
Hoy quizá no se va mucho en el análisis táctico, que quizá estaría mejor; uno termina quedando inmerso en el ecosistema de lo que todos van preguntando. Creo que es una misión difícil, aunque no imposible, tratar de diferenciarse con las herramientas que tenga cada uno. Y a eso voy. A intentarlo y a seguir aprendiendo para aportar lo mejor que pueda.
¿Qué elegiste hacer para presentarte al concurso?
Me animé a grabar un relato de un posible gol de Lautaro Martínez, el delantero de la Selección, contra Arabia Saudita, o sea que va a ser un gol a futuro. Me pareció que tenía que ir con lo que más sabía, que era relatar. Armé mi escenografía, que eran revistas El Gráfico pero de la década del 90, todo en la pieza de mi hijo, y me filmé ahí un minuto y medio.
¿Qué papel jugó en vos que fueras argentino en una final en Argentina?
(Ríe). Me puse más presión, como cuando jugas de local. Tenía que hacer un gran papel y estar a la altura para poder pelear por el lugar.
¿Qué te pasó cuando te llamaron para decirte que quedaste seleccionado?
No podía creerlo. Imaginé que iban a llegar miles de videos, porque es una oportunidad única. Pero a los diez días me llaman y me dicen que les gustaría que participara de la final argentina, dentro de los diez concursantes para después ir a la gran final, con los ganadores de cada país. Fue increíble.
¿De qué constó la competencia?
De una dinámica que era presentar un copete televisivo, después preguntas y respuestas de la historia de los mundiales, por último, una mesa debate (eso en lo que fue Argentina). Fue un final muy parejo, muy reñido, porque hubo un nivel muy alto. Después del copete quedamos 6, después de las preguntas 4, y en el debate quedamos 2, con un chico que tenía mucha capacidad. El jurado hacía la evaluación final y quedaba uno solo. Y gracias a Dios, quedé yo.
¿Y la competencia con los seleccionados de los otros países de América Latina?
El 8 de octubre llegamos a la gran final chicas y chicos que habíamos ganado en cada país. La forma y temática era libre. Yo elegí hacer un gol en vivo de Caniggia en el mundial 90, pase de Maradona. Luego hubo un debate, y en el medio también preguntas y respuestas. Todo eso en Torneos, pero el jurado era internacional. Fue difícil porque los ganadores de otros países eran de un nivel altísimo… Cuando veía los programas notaba que iba a ser muy complicado porque tenían personalidad, carisma, vocación, impronta. Entonces, me preparé mucho.
¿Cómo fueron llegando a la final?
En la primera actividad, la que más puntos tuvo fue Luana, de Perú. Macaya nos dio un punto bonus a los dos argentinos porque le gustó la manera que teníamos de relatar. En preguntas y respuestas me fue bien y ahí saqué alguna diferencia. Y en la última actividad, el debate, hacen un buen puntaje la periodista de Colombia y el periodista de Ecuador. Después, sobre el final, quedé yo con 103 puntos, el ecuatoriano con 102 y los demás un poco más abajo, pero fue todo muy reñido. Entonces, después se juntaba todo el jurado y evaluaba quién había sido el más completo. Fue un final con mucho nerviosismo… y haber llegado con el periodista de Ecuador, que hizo una competencia bárbara, fue un orgullo. Eso sí: el minuto final duró un siglo. ç
Hernández, al momento de publicarse esta nota ya estará en Catar como parte del staff de periodistas de DirecTV. “Esto es tocar el cielo con las manos”, fue la reflexión final antes de viajar.